“El año quince del reinado del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea; Herodes virrey de Galilea; su hermano Filipo virrey de Iturea y Traconítida, y Lisiano virrey de Abilene, bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, le llegó un mensaje de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Recorrió entonces toda la comarca del Jordán pregonando un bautismo, par que se arrepintieran y se les perdonaran los pecados, como está escrito en el libro del profeta Isaías:
Una voz grita en el
desierto:
Preparadle el camino
al Señor, allanad sus senderos;
que los valles se
levanten,
que los valles y
colinas se abajen;
que lo torcido se
enderece
Y todos verán la
salvación de Dios (Is. 40, 3 – 5)
Iba un gran gentío a que los bautizara; y
Juan les decía:
¡Camada de víboras!
¿Quién os ha enseñado a vosotros a escapar del castigo inminente? Pues entonces
dad frutos que corresponden al arrepentimiento y no empecéis a deciros que
Abraham es vuestro padre; porque os digo que de las piedras estas es capaz Dios
de sacarle hijos a Abrahán. Además, el hacha está ya tocando la base de los
árboles: y todo árbol que no de buen fruto será cortado y echado al fuego.
La gente le preguntaba: - ¿Qué tenemos que
hacer? – Él contestó:
El que tenga don
túnicas, que las reparta con el que no tiene, y el que tenga de comer, que haga
lo mismo.
Fueron también a bautizarse unos
recaudadores, que le preguntaron:
Maestro ¿Qué tenemos
que hacer? - Él les contestó:
No exijáis más de lo
que tenéis establecido.
Unos guardias le preguntaron:
Y nosotros ¿qué
tenemos que hacer?
El les contestó:
No hagáis violencia a nadie ni saquéis dinero;
conformaos con vuestra paga.
El pueblo estaba en vilo preguntándose si no
sería Juan el Mesías; él declaró delante de todos:
Yo os bautizo con
agua, pero está para llegar el que es más fuerte que yo, y yo no merezco ni
desatarle la correa de las sandalias. Ese os va a bautizar con Espíritu Santo y
fuego, porque trae el bieldo en la mano para aventar su parva y reunir el trigo
en su granero; la paja en cambio la quemará en una hoguera que no se apaga.
COMENTARIO
Comienza el pasaje poniéndonos en situación
histórica. El autor quiere relacionar la historia del Imperio romano y del
pueblo judío en relación a la predicación de Juan y al comienzo del ministerio
de Jesús. Jesús es un personaje histórico, un hombre como nosotros que vive en
un momento histórico determinado.
A continuación el texto nos dice que Juan
Bautista recibió un mensaje de Dios estando él en el desierto. Hay autores que
afirman que Juan pudo pertenecer a la secta del Qumrán durante un tiempo, y que
viviendo allí recibió una llamada del Señor a predicar este bautismo de
conversión para el perdón de los pecados.
La secta del Qumrán estaba compuesta por varones
que se retiraban al desierto y guardaban estrictamente el judaísmo, practicaban
muchas abluciones de purificación y el contacto con cualquier persona que no
perteneciera a la secta los dejaba impuros.
Juan recibe este mensaje de Dios y comienza su
predicación. Pedía sobre todo al pueblo que se convirtieran, es decir, que
cambiaran su mentalidad judía y que comenzaran a vivir según unos nuevos
criterios. ¿Cuáles eran estos criterios? Juan Bautista les pedía que vivieran
preocupándose por los demás, que compartieran sus bienes, que fueran honestos y
que no practicaran la extorsión. Juan estaba también en contra del orgullo y
presunción de los judíos, que se consideraban superiores a cualquier pueblo
vecino. Juan les pide abandonar este orgullo, este complejo de superioridad de
raza.
Juan era consciente de que no era él el Mesías.
Muchos lo consideraban un profeta, tras siglos sin profetas, al fin el pueblo
encontraba a uno. Pero Juan sabía que él solo debía prepara el camino al Mesías
del Señor. Era como promover un nuevo éxodo del pueblo, hacer salir a la gente
de su antiguo código de conducta y conducirlo hacía un nuevo estilo de vida. Lo
que Juan no había entendido era que clase de Mesías era Jesús. Juan creía
todavía en un Mesías que llevaría al pueblo a juicio, en vez del Mesías
misericordioso que era Jesús.
La gente estaba entusiasmada con la predicación
de Juan y tenía muchos seguidores pues el pueblo buscaba un cambio, ya no
aceptaban la interpretación de la Ley de los maestros. Lo de siempre ya no les
llenaba, buscaban algo diferente.
El rey Herodes tuvo miedo del revuelo que se
estaba armando a orillas del Jordán, los seguidores del profeta parecían
dispuestos a hacer cualquier cosa que Juan propusiera. Como el ambiente de la
época era de mucha violencia a causa de la ocupación romana, Herodes tuvo miedo
de un levantamiento del pueblo e hizo encarcelar a Juan.
¿Crees
que Jesús te está pidiendo que abandones alguna conducta, que te conviertas de
algo?
Compartir
los bienes, preocuparse por los demás, es lo que Juan pedía a sus seguidores
¿qué te pediría a ti?
¿Cómo
prepararías tú la llegada de Jesús a tu vida? ¿Qué tendrías que hacer para que
te fuera posible entrar en la onda de Jesús?
¿Te
sientes necesitado de ser purificado de algo por Jesús?
¿Hay
algo de Jesús y del Evangelio que realmente te entusiasma?
Contempla
a Juan y a sus seguidores a orillas del río Jordán, tú estás también allí entre
la gente que ha venido atraída por la predicación de Juan. Imagina que tú también
quieres bautizarte.
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